jueves, 16 de septiembre de 2010


Elena, pálida con ese resplandor de poder vampiro, su cabello casi blanco dorado, un vestido negro en su piel. Ahora había una imagen que haría a cualquier vampiro latir su corazón rápido.El la quería ahora más que nunca porque había sido un espíritu. Incluso como un vampiro podría tener mas de su naturaleza y el solo lo podía imaginar: la luz de su oscuridad, su suave claridad en sus fuertes y oscuros brazos. El llenaría su boca de besos, la sofocaría con ellos—¿En que estaba pensando? Los vampiros no besaban por entretenimiento—especialmente no otros vampiros. la sangre, la caza lo era todo. Besar era necesario para conquistar a su víctima. solo para idiotas sentimentales como su hermano se preocuparia por esas tonterías. Una pareja de vampiros podian compartir la sangre del mismo humano al tiempo, ambos controlando la mente de la victima—y sus mentes unidas igualmente. Asi era como ellos encontraban su placer.Todavía, Damon se encontraba emocionado con besar a Elena, besarla forzadamente, de sentir su desaparición cuando el hiciera una pausa—con la pequeña duda, antes de rendirse ante el.Tal vez

me voy a volver loco, pensó Damon intrigado. El no podía recordar antes haberse vuelto loco y había algo atractivo en la idea. Habían pasado siglos desde que el había sentido esa excoriación.

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