miércoles, 28 de julio de 2010

Tener un deseo es más potente que una necesidad. Cuando deseamos algo con el alma, cada célula de nuestro cuerpo se esfuerza por lograrlo.
Tener un sueño es algo de una fuerza casi sobrenatural. Nos esforzamos durante días, meses, años, par alcanzar ese sueño. Un sueño que nos puede cambiar la vida. Pero necesidades, deseos y sueños son pequeños al lado de la utopía. Tener una utopía es algo superior, algo vital. Una necesidad, un deseo, un sueño, pueden cambiar nuestra vida, pero una utopía puede
cambiar el mundo. Y para bien o para mal, esa es la utopía de todos. Las utopías, como dice Eduardo Galeano, la utopía esta en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Pero entonces uno se pregunta, ¿para qué sirve la utopía si siempre se aleja? Para eso sirve, para camina, para tener fe, para creer que eso que deseamos es posible. La utopía es una llamada a la ilusión, a la rebeldía, al compromiso. La utopía es una llamada a la esperanza.

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